Alexitimia, —del griego a, un prefijo que indica negación, lexis , que significa «palabra» y thymos, que significa «emoción»—, la incapacidad para expresar con palabras sus propios sentimientos. En realidad, los alexitímicos parecen carecer de todo tipo de sentimientos aunque el hecho es que, más que hablar de una ausencia de sentimientos, habría que hablar de una incapacidad de expresar las emociones. Los psicoanalistas fueron quienes primero advirtieron la existencia de este tipo de personas refractarias al tratamiento porque no proporcionaban sentimientos, fantasías ni sueños de ningún tipo, porque no aportaban, en suma, ninguna vida emocional interna acerca de la cual hablar. Los rasgos clínicos más sobresalientes de los alexitímicos son la dificultad para describir los sentimientos —tanto los propios como los ajenos— y un vocabulario emocional sumamente restringido. Es más, se trata de personas que hasta tienen dificultades para discriminar las emociones de las sensaciones corporales, así que tal vez puedan decir que tienen mariposas en el estómago, palpitaciones, sudores y vértigos, pero son ciertamente incapaces de reconocer que lo que sienten es ansiedad.
El término alexitimia , fue acuñado en 1972 por el doctor Peter Sifneos, un psiquiatra de Harvard, para referirse a un tipo de pacientes que «dan la impresión de ser diferentes, seres extraños que provienen de un mundo completamente distinto al nuestro, seres que viven en medio de una sociedad gobernada por los sentimientos». Los alexitímicos, por ejemplo, rara vez lloran pero, cuando lo hacen, sus lágrimas son copiosas y se quedan desconcertados si se les pregunta por el motivo de su llanto. Una paciente alexitímica, por ejemplo, quedó tan apesadumbrada después de haber visto una película de una mujer con ocho hijos que estaba muriendo de cáncer, que aquella misma noche se despertó llorando. Cuando el terapeuta le sugirió que tal vez estuviera preocupada porque la película le recordara a su propia madre —que, por cierto, también se hallaba a punto de morir de cáncer—, la mujer se sentó inmóvil, desconcertada y en silencio. Luego, cuando el terapeuta le preguntó qué era lo que sentía, lo único que pudo articular fue que se sentía «muy mal» y agregó que, a pesar de las ganas de llorar que experimentaba, ignoraba cuál era el verdadero motivo de su llanto. Ése es precisamente el nudo del problema. No es que los alexitimicos no sientan, sino que son incapaces de saber y especialmente incapaces de poner en palabras lo que sienten. Se trata de personas que carecen de la habilidad fundamental de la inteligencia emocional, la conciencia de uno mismo, el conocimiento de lo que están sintiendo en el mismo momento en que las emociones bullen en su interior. Los alexitímicos ni siquiera tienen una idea de lo que están sintiendo y, en este sentido, son un ejemplo que refuta claramente la creencia de que todos sabemos cuáles son nuestros sentimientos. Cuando algo —o, más exactamente, alguien— les hace sentir, se quedan tan conmovidos y perplejos, que tratan de evitar esta situación a toda costa. Los sentimientos llegan a ellos, cuando lo hacen, como un desconcertante manojo de tensiones y, como ocurría en el caso de la paciente que acabamos de mencionar, se sienten «muy mal» pero no pueden decir exactamente qué tipo de mal es el que sienten.
Esta confusión básica de sentimientos suele llevarles a quejarse de problemas clínicos difusos, a
confundir el sufrimiento emocional con el dolor físico, una condición conocida en psiquiatría con el nombre de somatización (algo, por cierto, muy distinto a la enfermedad psicosomática. en la que los problemas emocionales terminan originando auténticas complicaciones médicas). De hecho, gran parte del interés psiquiátrico en los alexitímicos consiste en el reconocimiento de los pacientes que acuden al médico en busca de ayuda porque son sumamente proclives a la búsqueda infructuosa de un diagnóstico y de un tratamiento médico para lo que, en realidad, es un problema emocional. Aunque la causa de la alexitimia todavía no esté claramente establecida, el doctor Sifneos apunta la posibilidad de que radique en una desconexión entre el sistema límbico y el neocórtex (especialmente los centros verbales), lo cual parece coincidir perfectamente con lo que hemos visto con respecto al cerebro emocional. Según Sifneos, aquellos pacientes a quienes, para aliviarles de algún tipo de ataques graves, se ha seccionado esa conexión, terminan liberándose de sus síntomas pero se convierten en personas parecidas a
los alexitímicos, personas emocionalmente chatas, incapaces de poner sus sentimientos en palabras y súbitamente despojados de toda imaginación. En resumen, pues, aunque los circuitos emocionales del cerebro puedan reaccionar a los sentimientos, el neocórtex de los alexitimicos no parece capaz de clasificar esos sentimientos y hablar sobre ellos. Y, como dice Henry Roth en su novela Call It Sleep sobre el poder del lenguaje:
«Cuando puedas poner palabras a lo que sientes te apropiarás de ello».
Ese, precisamente, es el dilema en el que se encuentra atrapado el alexitímico, porque carecer de
palabras para referirse a los sentimientos significa no poder apropiarse de ellos.
Interesante no ????... y soy un poco asi.... ¬¬
jueves, octubre 25, 2007
Alexitimia
Escrito por
InGe_CrUsHeR (Lustful Side)
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